Parte 3 de 4. La entrevistada es Maria España, viuda de Paco Umbral.
“Cuántas columnas habría hecho estos días Paco Umbral en defensa de l castellano!”
María España confirma, en esta entrevista a ABC, que Francisco Umbral se habría unido desde el primer minuto en su columna al Manifiesto por la Lengua Común. La viuda del escritor explica que envió su adhesión el primer día como «persona particular»
POR ANTONIO ASTORGA
—¿Se ha adherido usted al Manifiesto por la Lengua Común? ¿Cuándo y cómo?
—El primer día ya envié mi adhesión. Lo hice como persona particular, como tanta gente. Lo mandé anónimamente y me imagino que tendrán allí la firma con la fotocopia del carné, que es lo que piden.
—¿Umbral habría firmado ese Manifiesto?
—Sí, sin duda, por supuesto. Fíjese el amor que él tenía sobre todo a Barcelona, dónde íbamos mucho, y donde teníamos tantos amigos. Yo lo he pensado estos días: ¡Cuántos artículos habría escrito Paco en defensa del castellano!, claro.
—¿Qué le ha impulsado a unir su nombre a este Manifiesto?
—Me parece que la lengua castellana es el idioma de muchísimos millones de personas, y considero que lo que están haciendo en Cataluña va en detrimento de la gente, más que del idioma. El idioma español está ahí, pero la gente a la que le están prohibiendo su acceso, y a los niños a los que están enseñándoles están limitando mucho. El día de mañana esas personas tendrán un problema. ¡Claro, van a estar en un país que es España y en el que no van a poder desenvolverse si no les permiten aprender español! Es como si fuera uno a Rumania. Si yo fuera allí, no me entenderían. Las personas de Cataluña que sólo sepan catalán y, por ejemplo, vayan a Sevilla se van a encontrar como fuera de órbita.
—¿Qué opinión le merece el hecho de que en Cataluña se impongan multas a los comerciantes que no rotulen en catalán los carteles de sus locales, en claro detrimento de los que quisieran hacerlo en castellano?
—Me parece muy excesivo. Todo eso va en perjuicio, en detrimento de Cataluña, País Vasco y Galicia, donde exigen esto. En el caso concreto catalán me pregunto: ¿qué van a hacer-allí cuando la gente vaya a comprar a El Corte Inglés? Creo que las personas quieren entrar en esas grandes superficies como han entrado siempre, no que de pronto se tenga que dirigir en catalán al dependiente para comprar unos zapatos, y el dependiente, si es de Valencia, de Navarra o Salamanca, tenga que aprender catalán para atenderles. Eso me parece absurdo porque todos saben castellano. Si una va a Londres y conoce un poco de inglés, lógicamente una se arregla como puede, y la gente de allí trata de entenderte. Pues aquí, que estamos manejando la lengua común que es el castellano, ¿porqué vamos a andar con otras historias? No me parece mal que la gente sepa, además de castellano, catalán, como aprendemos francés, o hemos sabido en algún momento latín. Pero de eso a exigir ya a los comerciantes que rotulen y sólo se hable catalán en la tienda... no sé si en la práctica es así o no, pero si es así —yo dentro de poco voy a ir a Barcelona— entonces espero no tener problemas como si fuera a Hungría.
—El manifiesto no es «anti», sino que habla de libertad.
—Si una va a Barcelona siempre ha oído que hay gente que habla en catalán. Bueno, muy bien. Pero ál hablar con una lo hacen en castellano porque yo no sé catalán. Me parece muy bien que ellos cultiven el catalán y que traten de, a lo mejor, enseñárnoslo a los demás. Imponerlo me parece un error. Están limitando las posibilidades de los catalanes; a lo mejor la gente piensa: «¿Voy a ir a Cataluña, a visitar Barcelona y voy a tener este problema? Pues mira, me voy a Andalucía donde no lo voy a tener.
—¿Este acoso al castellano lastrará a la larga la creación literaria?
Tengo allí mucha familia que sabe castellano. Muchos saben, además, catalán. Tienen una riqueza superior a la nuestra, pero no cabe duda de que, con esa imposición, lo que en el fondo están tratando es llegar a plantear el día de mañana la independencia del resto de España. Veo que eso es a lo que aspiran.
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