sábado, 5 de julio de 2008

DEFENSA DE LA LENGUA COMUN (3)












Parte 3 de 4. La entrevistada es Maria España, viuda de Paco Umbral.

“Cuántas columnas habría hecho estos días Paco Umbral en defensa de l castellano!”

María España confirma, en esta entrevista a ABC, que Francisco Umbral se habría unido desde el primer minuto en su columna al Manifiesto por la Lengua Común. La viuda del escritor explica que envió su adhesión el primer día como «persona particular»

POR ANTONIO ASTORGA

—¿Se ha adherido usted al Mani­fiesto por la Lengua Común? ¿Cuándo y cómo?

—El primer día ya envié mi ad­hesión. Lo hice como persona particular, como tanta gente. Lo mandé anónimamente y me imagino que tendrán allí la firma con la fotocopia del car­né, que es lo que piden.

—¿Umbral habría firmado ese Ma­nifiesto?

—Sí, sin duda, por supuesto. Fí­jese el amor que él tenía sobre todo a Barcelona, dónde íba­mos mucho, y donde teníamos tantos amigos. Yo lo he pensa­do estos días: ¡Cuántos artícu­los habría escrito Paco en de­fensa del castellano!, claro.

—¿Qué le ha impulsado a unir su nombre a este Manifiesto?

—Me parece que la lengua caste­llana es el idioma de muchísi­mos millones de personas, y con­sidero que lo que están hacien­do en Cataluña va en detrimen­to de la gente, más que del idio­ma. El idioma español está ahí, pero la gente a la que le están prohibiendo su acceso, y a los ni­ños a los que están enseñándoles están limitando mucho. El día de mañana esas personas tendrán un problema. ¡Claro, van a estar en un país que es Es­paña y en el que no van a poder desenvolverse si no les permi­ten aprender español! Es como si fuera uno a Rumania. Si yo fuera allí, no me entenderían. Las personas de Cataluña que sólo sepan catalán y, por ejem­plo, vayan a Sevilla se van a en­contrar como fuera de órbita.

—¿Qué opinión le merece el he­cho de que en Cataluña se impon­gan multas a los comerciantes que no rotulen en catalán los carteles de sus locales, en claro detri­mento de los que quisieran hacer­lo en castellano?

—Me parece muy excesivo. To­do eso va en perjuicio, en detri­mento de Cataluña, País Vasco y Galicia, donde exigen esto. En el caso concreto catalán me pre­gunto: ¿qué van a hacer-allí cuando la gente vaya a comprar a El Corte Inglés? Creo que las personas quieren entrar en esas grandes superficies como han entrado siempre, no que de pronto se tenga que dirigir en catalán al dependiente para comprar unos zapatos, y el de­pendiente, si es de Valencia, de Navarra o Salamanca, tenga que aprender catalán para aten­derles. Eso me parece absurdo porque todos saben castellano. Si una va a Londres y conoce un poco de inglés, lógicamente una se arregla como puede, y la gen­te de allí trata de entenderte. Pues aquí, que estamos mane­jando la lengua común que es el castellano, ¿porqué vamos a an­dar con otras historias? No me parece mal que la gente sepa, además de castellano, catalán, como aprendemos francés, o he­mos sabido en algún momento latín. Pero de eso a exigir ya a los comerciantes que rotulen y sólo se hable catalán en la tien­da... no sé si en la práctica es así o no, pero si es así —yo dentro de poco voy a ir a Barcelona— en­tonces espero no tener proble­mas como si fuera a Hungría.

—El manifiesto no es «anti», sino que habla de libertad.

—Si una va a Barcelona siem­pre ha oído que hay gente que habla en catalán. Bueno, muy bien. Pero ál hablar con una lo hacen en castellano porque yo no sé catalán. Me parece muy bien que ellos cultiven el cata­lán y que traten de, a lo mejor, enseñárnoslo a los demás. Im­ponerlo me parece un error. Es­tán limitando las posibilida­des de los catalanes; a lo mejor la gente piensa: «¿Voy a ir a Ca­taluña, a visitar Barcelona y voy a tener este problema? Pues mira, me voy a Andalucía donde no lo voy a tener.

—¿Este acoso al castellano lastra­rá a la larga la creación literaria?

Tengo allí mucha familia que sabe castellano. Muchos saben, además, catalán. Tienen una ri­queza superior a la nuestra, pe­ro no cabe duda de que, con esa imposición, lo que en el fondo es­tán tratando es llegar a plan­tear el día de mañana la inde­pendencia del resto de España. Veo que eso es a lo que aspiran.

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