lunes, 28 de abril de 2008

UNA MUJER VICTIMA DEL TERRORISMO


Alfonso Ussía | Mujeres del Reino

Ana Iríbar

Estética vasca. Alta, rubia y guapa. Una mañana se despidió de su marido, Gregorio Ordóñez, teniente de alcalde del ayuntamiento de San Sebastián, con el beso de siempre y la recomendación de siempre: –Ten cuidado, Goyo–. Cuando volvió a verlo, a primeras horas de la tarde, Goyo estaba muerto, con la cabeza destrozada por una bala asesina. Ana Iríbar creció un palmo más de dignidad y evitó desplomarse para siempre.

Gregorio Ordóñez era concejal del ayuntamiento de San Sebastián por voluntad de los donostiarras. Valiente y abierto. Ana Iríbar conoció, de golpe, la soledad. Y la infinita tristeza del desconsuelo. Se apoyó en la valentía y firmeza de su cuñada, Consuelo Ordóñez, que a su vez buscó el amparo en la digna figura de Ana. Cuando llegaba el aniversario del asesinato de Goyo, Ana y Consuelo peregrinaban por las parroquias e iglesias de San Sebastián para celebrar un funeral por Gregorio. Pero el obispo Setién no quería “funerales políticos y partidistas”. No le importaban los funerales por los terroristas muertos, pero le desagradaban los rezos por los inocentes asesinados.

En la Catedral del Buen Pastor –¡qué contradicción de nombre!–, Ana Iríbar y Consuelo Ordóñez fueron humilladas. Al fin, un curita valiente se apiadó de ellas, y ofició el funeral. Los nacionalistas dijeron que aquello había sido una provocación del Partido Popular. Odón Elorza no asistió a la misa.

Cantar las cuarenta al cinismo nacionalista

Hace pocos días, el Parlamento vasco organizó una exposición en homenaje a las víctimas. El lendakari no pudo asistir al acto de inauguración. Y habló Ana Iríbar. Con voz fuerte, firme y segura, en algunos momentos entrecortada por el dolor acumulado en tantos años. Y dijo sentir por el lendakari un profundo desprecio, y encargó a los nacionalistas allí presentes que le trasladaran de su parte el adjetivo de cobarde. Díganle que es un cobarde. Que se lo dice una mujer. La viuda de un servidor público asesinado por la ETA.

Ana Iríbar es el paisaje formidable de la dignidad. Una acuarela triste y bellísima. Ha permanecido en la discreción y el silencio hasta que ha tenido la oportunidad de cantarle las cuarenta al cinismo nacionalista. Estará donde haga falta. Mantiene todo su empaque físico y su mirada clara. Retrato de la valentía y de la firmeza. Más vasca que todos los terroristas juntos. Contra ella, no tienen nada que hacer.

LIBROS...... LIBROS........ LIBROS......


Triunfar contra todo pronóstico

¿Por qué la difícil novela 'Vida y destino' puede rivalizar con Ken Follet? Consumo y calidad no están reñidos en el mundo de los super ventas

Toni Albir | EFE Barcelona

El escritor Ken Follet decía en la presentación de la segunda parte de Los pilares de la tierra que para crear best sellers-y él sabe de lo que habla- es fundamental que "conforme se resuelve un problema surja otro" y así tener al lector enganchado en todo momento.

Un vistazo a los ránkings de las librerías le da la razón. El juego del ángel ha vendido más de 200.000 ejemplares en un fin de semana y, tras el Día del Libro, corona todas las listas de éxitos. Sin embargo, de vez en cuando, surgen excepciones, islas entre la avalancha de tramas más o menos esotéricas y ficciones con aspiraciones históricas.

Que nadie lo dude: el boca a oreja es la mejor campaña que puede tener un producto

A finales de 2007, los editores de Galaxia Gutenberg se veían sobrepasados por el éxito de Vida y destino, de Vasili Grossman. Esperaban una buena aceptación en círculos intelectuales y se encontraron liderando los top ten de ventas. Y eso que su narración de la II Guerra Mundial, de Stalingrado o los campos del Gulag nada tiene que ver con la fórmula que propone Follet.

También ambientada en la II Guerra Mundial, Las benévolas, de Jonathan Littell, fue una de las revelaciones del año pasado. O La carretera, que consiguió la aprobación de público y crítica incluso antes de que otra de las novelas de Cormac McCarthy, No es país para viejos, se convirtiese en la revelación de los Oscars y en la consagración de Javier Bardem en Hollywood.

En esta época de marketing masivo, siempre hay sorpresas que desmontan los esquemas de las editoriales. ¿Quién esperaba que una rata lectora como Firmin podía convertirse en un personaje adorable para millones de personas sin necesidad de invertir un céntimo en publicidad? Que nadie lo dude, el boca a oreja es la mejor campaña que puede tener un producto.

Sorpresas en Sant Jordi

Los libreros de Barcelona se sorprendían en Sant Jordi, según recogió Europa Press, de la inesperada demanda que estaban teniendo algunos títulos. L'últim patriarca, la novela de Najat El Hachmi que ha ganado el Premio Ramon Llull, o El espejo, de Eduardo Galeano, despertaron el interés de más personas de las que se podría preever en un primer momento.

¿Quién dijo que los lectores sólo compran libros al estilo de El código Da Vinci? Hace sólo un par de años, la novela inconclusa de Irene Nemirovsky Suite francesa se convirtió en una revelación en Francia -por primera vez en su historia se concedió el Premio Renaudot a un autor muerto- que en España también se tradujo en expectación y ventas. Y en un listado reciente de los libros más vendidos de la historia se incluía El mundo de Sofía, el pequeño manual de filosofía de Jostein Gaarder que tiene a los adolescentes como sus principales lectores

Nadie duda de la calidad de grandes best sellers como La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe, ni de que los libros de lectura fácil sean los únicos que triunfan. La regla Follet no es infalibe. Los gustos cambian y, si atendemos a las preferencias de los políticos, Vida y destino o clásicos como Memorias de Adriano son los que triunfan. ¿Estarán cambiando los tiempos?

JAVIER MARIAS INGRESA EN LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA


El escritor Javier Marías ingresa en la Real Academia Española

Javier Marías: "Sólo se puede contar cabalmente lo que nunca ha sucedido"

El escritor es a partir de ahora el ocupante del sillón R de la Real Academia Española




Al escritor Javier Marías le gustan las paradojas y la que hoy desarrolló en su discurso de ingreso en la Real Academia Española perdurará en la memoria de los asistentes: pretender "narrar hechos reales es imposible" porque "sólo se puede contar cabalmente lo que nunca ha sucedido, lo inventado e imaginado".

Marías lleva décadas entusiasmando a lectores de medio mundo con sus novelas, y era lógico que en su ingreso hiciera una encendida defensa de su oficio, dado que, a diferencia de "los historiadores, cronistas o biógrafos", el novelista trabaja con plena libertad y la ficción no admite "correcciones ni añadidos ni supresiones ni desmentidos ni enmiendas".

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En presencia de los ministros de Cultura, César Antonio Molina, y de Educación y Política Social, Mercedes Cabrera, Marías leyó un discurso brillante y ameno, hilarante a veces, titulado Sobre la dificultad de contar; una dificultad que en parte proviene de que la lengua "deforma y tergiversa" la realidad, y "no es más que un permanente tanteo, un perpetuo amago condenado a no dar nunca en el blanco".

Elegantemente vestido de frac, Marías (Madrid, 1951) confesó al principio que no entendía "muy bien" por qué la Academia admite en su seno a los novelistas, ya que su labor "es bastante pueril", como la calificó Stevenson.

Una profesión absurda

"Pero nuestra labor no solamente es pueril, sino absurda, una especie de trampantojo, un embeleco, una ilusión, una entelequia y una pompa de jabón. En el fondo está destinada al fracaso y además es casi imposible", afirmó rotundo el autor de Corazón tan blanco, quien a partir de ahí comenzó a desarrollar su opinión de que contar lo acaecido "es imposible".

Y es imposible, porque, como diría luego Francisco Rico en su contestación, "la realidad es infinitamente compleja, multiforme, y el lenguaje no llega a abarcarla por entero".

"En el momento en que se aspira a que la palabra reproduzca lo acontecido, se deforma, tergiversa y contamina" lo sucedido, afirmaba Marías, merecedor del Premio Nobel, en opinión de Orhan Pamuk, ganador de ese galardón en 2006.

La afirmación de Ortega y Gasset de que "la humanidad, por lo menos la occidental, no 'habla en serio'", le dio pie a Marías para subrayar el carácter metafórico del lenguaje, patente en expresiones como "el sol sale por Oriente".

Y es ese carácter "eminentemente metafórico o irónico del lenguaje el que impide que éste sea siempre algo árido e insoportablemente tedioso, y desde luego el que permite la existencia de la literatura", destacó este novelista, cuya obra está traducida a 37 idiomas en 47 países.

Elogios a Lázaro Carreter

Pero antes de entrar en materia, Marías elogió la figura de su antecesor en el sillón R, Fernando Lázaro Carreter, director durante años de la RAE y que, "con su visión de futuro", inició la modernización de la Academia y "le quitó algunas telarañas".

Cuatro años después de la muerte del lingüista, se echan de menos "sus irónicos, a veces mordaces, comentarios contra la pedantería cazurra de los medios de comunicación y su incorrección disparatada".

"Ambas cosas, por desdicha, no han hecho sino ir en aumento desde entonces, y me temo que sean una marea ya imparable que acabará por convertir el español en un magma en el que chapotearán y se ahogarán los hablantes", añadió Marías.

En su discurso, salpicado de citas de varios autores, entre ellos de Sterne y su Tristram Shandy, Marías se preguntó qué sentido tiene leer "lo imaginado, lo ficticio" cuando, como decía Cioran, hay tantas cosas reales en el mundo por las que interesarse.

Recuerdo a las figuras históricas

Sin embargo, hasta quienes no han leído a Cervantes ni a Conan Doyle saben de la existencia de Don Quijote y Sherlock Holmes, aunque probablemente ignoren la Historia de su país, en una época como la actual en la que esta asignatura "no parece importarle a casi nadie, empezando por las desastrosas autoridades educativas de nuestros países occidentales", aseveró.

A su juicio, es "llamativo" que las figuras históricas parezcan "borrarse y desaparecer para la gente en general -no para los historiadores, claro está-, a menos que un literato, o también hoy un cineasta, se molesten en darles voz y rostros".

Las novelas consiguen a veces sumir al lector "en una especie de trance", hasta el punto de "sentir verdadera tristeza cuando sus páginas nos han dicho adiós", y es que, "pese a lo absurdo de su labor", el novelista "es el único facultado para contar cabalmente" y el único que puede hacerlo "sin cortapisas", concluyó Marías.

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