miércoles, 17 de septiembre de 2008

FOBIA AL HECHO RELIGIOSO









Es patente en España la total ausencia de tolerancia y respeto
al hecho religioso por parte de la izquierda en general y del socialismo en particular y como consecuencia a todos los creyentes. Es
evidente la falta de democracia ante esas situaciones.

Exponemos a continuación un artículo del perodista Hermann Tertsch sobre tal materia.

LA FOBIA AL HECHO RELIGIOSO

EL viernes pasado se produjo en Alemania un acontecimiento editorial. Salía a la ven­ta el último libro de Helmut Schmidt, el socialdemócrata ex canciller federal y probable­mente hoy el alemán vivo con mayor prestigio na­cional e internacional, con la lógica excep­ción del Papa BenedictoXVI.

El autor ha­bía anunciado este libro suyo, titulado «Ausser Dienst» (Fuera de servicio) como fruto del «deseo de escribir lo que he ido aprendiendo en la política a lo largo de los decenios». Dicen quienes lo han leído que es el libro más personal e íntimo que ha es­crito. Desde luego lo es el capitulo que pu­blica en su nuevo número el semanario «Die Zeit», del que Schmidt es aún editor honorario. Se titula «Lo que aún creo» y es un can­to a la tolerancia y al profundo respeto a las reli­giones en general y al cristianismo en particular. «Pese a todo mi escepticismo hacia una serie de dogmas cristianos siempre me he sentido cristia­no» y «sigo en la Iglesia porque genera contrape­sos a la descomposición moral en nuestra socie­dad y porque ofrece apoyo». El capítulo es una lar­ga reflexión, menos sobre la Iglesia en particular que sobre el hecho religioso y el deber que siempre sintió, más allá de sus dudas y re­servas, a mostrar el máximo respeto a este hecho religioso por su carácter dignifican­te y por su fuerza generadora de esperan­za.

Coinciden así con el socialdemócrata Helmut Schmidt el conservador y presiden­te francés Nicolás Sarkozy cuando habla de un laicismo positivo en el que el estado y sus dirigentes entiendan a la religión y al hecho religiso como una fuerza positiva y no co­mo una amenaza para los gobernantes.

Lo cierto es que no hay que ser ni creyente, ni socialdemó­crata, ni conservador, ni siquiera excesivamente culto y sensible para respetar el hecho religioso y darle la importancia que merece en nuestra cultu­ra y civilización, en nuestra democracia, la per­cepción de trascendencia de la persona. Hay que ser, por el contrario, muy sectario, muy inculto y estar ideológicamente muy emponzoñado para agitar y movilizar tanto odio y desprecio al hecho religioso como ha logrado el actual gobierno so­cialista español.

La fobia anticristiana que rezuman comenta­ristas y tertulianos, programas de humor y series televisivas, informativos y supuestos análisis en nuestro país no tienen parangón en ningún país europeo. Y desde luego en ninguno de estos países europeos los ataques a la Iglesia o a los creyentes en general podrían beneficiarse de los resortes mediáticos directos del poder, como aquí sucede. Este fanatismo y odio villano que se manifiesta por todas las esquinas, páginas y altavoces en' nuestro país en la mofa y el insulto hacia el hecho religioso es una profunda anomalía más de nues­tro país. Que agrava muchos otros tristes fenóme­nos sociales en los que somos, sí, señor Zapatero, de la «Champions League».