domingo, 9 de noviembre de 2008

MARIA FERNANDEZ Y ALEXIA GONZALEZ BARROS








El Camino





Carta a Javier Fesser

No conozco a Alexia, ni a su fa­milia, ni al Opus. Y puedo de­cir que tampoco conozco mu­cho a Dios. Soy madre de una niña de siete años muy malita de cáncer. Ni un solo día le he oí­do una queja, ni ha preguntado un porqué a su enfermedad. Cuando no aguanta más el do­lor, sus mejillas se llenan de lá­grimas. Y nosotros nos descon­solamos. Sin duda ella es más valiente que nosotros. Todas las mañanas me acerco a su ca­ma y doy gracias por el tesoro de hija que hemos recibido. A su lado hemos comprendido có­mo se puede ser feliz y sufrir a la vez. Somos felices porque su presencia entre nosotros llena nuestros días. Y a la vez sufri­mos porque no podemos hacer nada para retenerla con noso­tros y nos cuesta ver cómo se va apagando lentamente. El día que se vaya de nuestros brazos se nos romperá el corazón y sin embargo a veces quisiera que fuera ya para dejar de verla su­frir. ¿Quién puede resistir ver cómo se nos escapa sin poder hacer nada?

Javier, no sé si puedes com­prender lo que te digo, o lo que sentirían los padres de Alexia. No se parece a tu película, ¿ver­dad? Quién sabe si algún día Dios ponga un hijo moribundo entre tus brazos... ¿serás capaz de repetirle lo que dices en tus entrevistas? Quizás el mundo te cambiaría de color... Quizás es cuestión de ponerse en el lu­gar del otro. Creo que tu pelícu­la no sólo nos ha herido a noso­tros, sino a todos los españoles, porque es un ataque frontal contra la democracia, que sólo se puede construir sobre la tole­rancia y respeto a las creencias de los demás. Podemos no estar de acuerdo, y podemos dialo­gar por ello, pero es una tira­nía levantar la bandera de la li­bertad para violar los derechos de los demás. Y burlarse de su profundo sufrimiento gratuita­mente.

No dudo que seas un hombre con talento, pero me entristece ver que sea utilizado para hacer daño en lugar de para construir esperanza. Te hubiera costado lo mismo y todos te hubiéramos aplaudido. Tampoco entiendo por qué el Gobierno dedica dine­ro público a financiar películas que hieren la sensibilidad de muchas personas en lugar de de­dicarlo a la lucha contra el cán­cer, o contra el Alzheimer.

Mi marido y yo hemos duda­do mucho si escribirte esta car­ta, porque hay mucho que cons­truir en esta sociedad como pa­ra perder el tiempo en estas co­sas. Pero al final lo hemos he­cho por si estas palabras pue­den ayudar a otros padres, o a otras personas. Nosotros he­mos decidido que queremos buscar la verdad sobre ese Dios que sobrevive a la muerte, y que no permite que nuestra vida acabe en el vacío. Quere­mos dirigirnos a alguien del Opus Dei que pueda explicar­nos tantos porqués que no en­tendemos. Quizás allí encontre­mos la respuesta que tú no has sabido darnos. Aunque para el mundo de hoy parezca imposi­ble, creemos que quizá Dios sí pueda confortarnos.

Teresa y Pablo, padres de María Fernández