martes, 20 de mayo de 2008

BIBLIOTECA MIGUEL DE CERVANTES

Las rarezas
de los autores
clásicos
saltan a la Red

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes permite acceder a traducciones difíciles de localizar de escritores como Shakespeare, Homero o Tomás de Iriarte

Portal de traducciones de clásicos de la Biblioteca Miguel de Cervantes.

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes ha inaugurado una nueva sección que pone al alcance de los internautas traducciones al castellano, actualmente de difícil acceso, de obras pertenecientes a grandes autores de la literatura universal, como Shakespeare, Molière o Víctor Hugo.

Enlaces recomendados

· Quijotes al rescate de clásicos

La sección permite a los estudiosos y al público en general conocer un conjunto de traducciones cuyo interés "hace deseable su recuperación, ya que por su calidad, por la influencia que ejercieron en su tiempo, por el éxito de público obtenido cuando fueron publicadas o por ser las primeras versiones españolas de un determinado autor", han explicado hoy fuentes de la biblioteca.

Entre los traductores cuyos trabajos se recogen en ese espacio destacan escritores como Tomás de Iriarte, Leandro Fernández Moratín o Emilia Pardo Bazán, a los que se suman otros nombres menos populares que "vertieron al castellano" obras de Homero, Shakespeare, Molière, Rousseau, Balzac, Víctor Hugo o Washington Irving, según las mismas fuentes.

Una biblioteca de casi diez años

El portal está dirigido por los profesores Francisco Lafarga y Luis Pegenaute, de la Universidad de Barcelona y de la Pompeu Fabra, respectivamente.

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, nacida el 27 de julio de 1999 por iniciativa de la Universidad de Alicante, Banco Santander y la Fundación Marcelino Botín, se desarrolla en la actualidad bajo la tutela de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, presidida por el escritor Mario Vargas Llosa.

Su objetivo es la difusión de la literatura y las letras hispanoamericanas en el mundo y ofrece libre acceso a través de la Red a sus fondos, compuestos por 29.500 registros bibliográficos en diferentes modalidades: texto, imagen, vídeo, audio y formatos combinados. Desde que se creó ha servido más de 560 millones de páginas a internautas de todo el mundo.



Quijotes al rescate de clásicos

Pequeñas editoriales sacan al mercado libros agotados u olvidados en los circuitos habituales



Impedimenta

La palabra latina impedimenta hace referencia al baje mínimo, a esa mochila llena de armas, cantimploras o tarteras, que cargaban los soldados romanos para poder hacer frente a la batalla. Les pesaba, sí, pero sin ella morían. Impedimenta es también una editorial que se ha marcado como objetivo ofrecer ese bagaje literario imprescindible para afrontar el día a día. Clásicos de ayer y hoy que no superan los estrictos filtros de las grandes editoriales y a los que, sin embargo, merece la pena hacerles un hueco en la mesilla de noche.

Enrique Redel, director editorial de Impedimenta, asegura haber sido siempre "un lector bastante pesado". Interesado en descubrir viejos y nuevos clásicos y leyendo casi siempre del original, decidió embarcarse en esta tarea de recuperación a través de una pequeña y cuidada firma, que hasta la fecha sólo ha alumbrado tres títulos: La abadesa de Castro (Stendhal),La pulga de acero (Nikolai Leskov) y Noviembre (Flaubert). El siguiente, Santuario, de la escritora norteamericana Edith Wharton, será el próximo en salir.

La tarea es titánica. Codo con codo con Redel, sólo otras dos personas más hacen posible Impedimenta. Maquetan, diseñan, seleccionan y crean pequeñas joyas, poniendo especial mimo en la tarea de la traducción, muchas veces maltratada para abaratar costes. Su objetivo, como lectores exigentes que son, es ofrecer "obras que se lean, que se disfruten y que se guarden".

Robert Musil o Johanna Schopenhauer

Al igual que Impedimenta, otras editoriales -la mayoría de ellas muy pequeñas y cuidadosas con cada detalle- se convierten en bastiones para la publicación de obras fundamentales de la literatura clásica o contemporánea. Desde volúmenes perdidos que no han vuelto a ser editados en castellano a obras que los editores han pasado por alto o escritores de segunda fila no por ello menos interesantes.

Periférica, Libros del Asteroide o Sexto Piso son algunos de estos ejemplos. Los autores que rescatan, William Maxwell, Robert Musil, Johanna Schopenhauer o Valérie Mréjen. Tanto contemporáneos como ya fallecidos porque, como asegura Redel, "lo díficil no es elegir una obra si no desechar las que no vas a publicar".

"Aún queda mucho por leer", afirman desde Periférica, creada en Cáceres hace dos años por Julián Rodríguez y Paca Flores. Al igual que Impedimenta, su labor se plasma en un único volumen al mes y, en su caso, ponen especial interés en "títulos que surgieron durante el siglo XX al margen de lo establecido o de los gustos dominantes", así como "aquellos autores que entre la Ilustración y el fin del siglo XIX conformaron una idea de Europa y del mundo que merece la pena conocer y pensar".

Enlaces recomendados

· Lee el primer capítulo de 'Santuario'

· Lee el primer capítulo de 'La pulga de Acero'

· Las pequeñas editoriales apuestan por la imagen para ser competitivas

· Seducidos por las tapas

Sin pensar en la cuenta de resultados

Rodríguez asegura que el proyecto de Periférica "es más cultural que empresarial, sin pensar en la llamada cuenta de resultados". Siempre es agradable sacar al público un libro en el que crees, aunque, por supuesto, si consigues que tenga repercusión la satisfacción es mayor.

En su caso, están especialmente orgullosos del eco que ha tenido la publicación de Navidad y Matanza, del chileno Carlos Labbé, un autor desconocido hasta ahora en España pero que gracias a su edición ha tenido una buena acogida de crítica y público.

Los ejemplos prosiguen, siempre en pequeñas editoriales, con pocos volúmenes y menos personal. Así, por ejemplo, Libros del Asteroide afirma en su ideario que "un ritmo de publicación razonable nos permite cuidar la edición, el diseño y la difusión de nuestros títulos, dedicándoles la atención que creemos se merecen".

La vida de un libro es muy corta en la primera línea de las librerías. Pero para estos quijotes es prácticamente una responsabilidad moral sacar a la luz autores que, como aseguran en Sexto Piso, "son pilares de la cultura universal".

TAUROMAQUIA EN CENTRAL PARK




Tauromaquia en Central Park


Fotografia y texto tomados del ABC del día de hoy, 20 de mayo de 2008.

No sé quien es Rosario Pérez, pero en este artículo describe perfectamente la afición de los socios del Club Taurino de Nueva York.

ROSARIO PÉREZ

La sombra de la piel de toro es alar­gada como la del ciprés de Deli­bes. Un capote de grana y oro se ex­tiende de España a México, de Francia a Portugal, de China a Nueva York. Y en la ciudad que nunca duerme se ha desper­tado también el gusanillo del toreo. En la inmensidad de Central Park se re­únen aficionados para practicar las dis­tintas suertes de manera casi clandesti­na. Como aquellos románticos maleti­llas que otrora saltaban vallas y alam­bradas para torear a la luz de la luna un toro fiero en un cortijo marismeño, los neoyorquinos hacen sesiones de tauro­maquia a escondidas en un escenario donde la mayoría desconoce los incalcu­lables valores de la Fiesta, reflejada en espejos cóncavos valleinclanescos.

Pero existe una asociación, el Club Taurino de la Ciudad de Nueva York —con 150 miembros—, que vive con gran pasión el toreo. Además de reunirse una vez al mes para comentar la temporada española, practican el arte de Cuchares en Central Park y protagonizan escenas que recuerdan a los entrenamientos de los toreros en la madrileña Casa de Cam­po. Mientras uno hace de morlaco y em­biste largo y humillado, otro torea al na­tural. Beben en las fuentes de las corri­das que ven en vídeos o en su paso por los cosos ibéricos. «La mayoría de nuestros socios son estadounidenses que han des­cubierto los toros gracias a sus visitas a Pamplona y otros lugares de España y México. Son muy buenos aficionados», explica a Efe la presidenta del Club, Lore Monning. Es el caso de un profesor de Se­cundaria, Robert Weldon, impactado por la gallardía de José Tomás en una Go­yesca en Las Ventas. «Con una sola faena, mi vida cambió. Vi algo tan emocio­nante e impresionante, y que no lograba entender, que me tocó hondo. Supe que de­bía regresar a España para vivirlo más de cerca», dice el maestro y organizador de las clases de toreo en Manhattan.

Cuentan estos amantes de la Fiesta que ejercitar su afición no es tarea senci­lla en un país donde el toreo se considera algo «primitivo». Pero no son los prime­ros hechizados por la magia de una veró­nica y la heroicidad de sus intérpretes. Selectos estadounidenses, como Orson Welles —que confesó ser un aspirante a torero— y Ernest Hemingway —artífice de la sentencia «las corridas de toros son muy morales»—, ya se mostraron fasci­nados por el universo de los toros.

Cuna de importantes movimientos culturales, en Estados Unidos ha rever­decido la curiosidad por la «Fiesta más culta del mundo» (García Lorca dixit). Los primeros jueves de cada mes, los jar­dines de Central Park se convierten en un ruedo. Sin pasodobles ni olés, maleti­llas neoyorquinos hacen el paseíllo cer­ca de la Quinta Avenida y dibujan lan­ces frente a un toro imaginario.