martes, 8 de julio de 2008

LA CULTURA DE LA MUERTE EL ABORTO












El 10 de Julio copiamos al final un artículo de Juan Manuel de Prada "Palpando progresismo", relativo a la cultura de la muerte.

El ABC de hoy, en su pagina 16 publica el siguiente articulo.

“El Gobierno mete a la sociedad «en un macabro viaje hacia la cultura de la muerte”

La Iglesia denuncia la reforma de la ley del aborto CiU dice que Zapatero aborda temas que dividen.

Artur Mas Líder de CiU: «El PSOE está jugando con cosas que afectan a la conciencia personal o individual únicamente para mantener el clásico enfrentamiento entre la izquierda y la derecha». «Algunos lugares de España se han convertido en el paraíso del aborto».

Leopoldo Vives Conferencia Episcopal: «El Gobierno está metiendo a la sociedad española en un macabro viaje hacia la cultura de la muerte». «Se debe educar en un ejercicio responsable de la sexualidad y dar alternativas a las mujeres embarazadas. Cada aborto es un fracaso de la sociedad».

Beatriz Mariscal Presidenta de AVA: «Con una ley de plazos se abortará muchísimo más, puesto que no habrá ningún control que descarte que la mujer no esté siendo coaccionada o violentada a abortar».

«El síndrome postaborto será cada vez más permitente y el drama mucho peor».

Ignacio Arsuaga Presidente de Hazte Oír: «A los socialistas les parecen que son pocos los más de 100.000 abortos anuales actuales. Por eso quiere hacer una ley que haga que ir a abortar sea como ir al callista».

«No vamos a quedarnos callados en la defensa del derecho a la vida de los no nacidos».

El Gobierno mete a la sociedad «en un macabro viaje hacia la cultura de la muerte»

D. PÉREZ/M. J. CAÑIZARES

. MADRID/BARCELONA.

La intención del Gobierno de convertir a toda velocidad la ley del aborto en una ley de plazos -aborto libre hasta una semana concreta de embarazo, que se situaría entre la 14 y la 22- provocó ayer la reacción de la Iglesia, del líder de CiU, Artur Mas, y de la totalidad de las organizaciones pro vida.

Leopoldo Vives, director de la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, señaló, en declaraciones a Ep, que el Ejecutivo «está metiendo a la sociedad española en un macabro viaje hacia la cultura de la muerte» al poner el aborto y la eutanasia como «banderas de su acción de gobierno. Me atrevo a decir que lo próximo que nos propondrán será el infanticidio de niños con enfermedades graves».

Para Vives, una ley que facilite el aborto no es la solución, al igual que tampoco lo fue el «divorcio exprés». «La sociedad debe educar en un ejercicio responsable de la sexualidad y dar alternativas a las mujeres embarazadas, que muchas veces no quieren ir a un aborto muy traumático para ellas. Por eso cada aborto es un fracaso de la sociedad», dijo.

«Verborrea de izquierdas»

Por su parte, el líder de Converg_ncia Democràtica de Catalunya (CDC), Artur Mas, criticó al presidente del Gobierno por utilizar cuestiones como el aborto o la eutanasia «de forma chapucera» para dividir a la sociedad. Mas considera que la falta de proyecto de los socialistas se ha traducido en «una verborrea de izquierdas» en la que «se habla de todo menos de economía». El dirigente nacionalista reprochó a los socialistas que en su congreso se haya «jugando con cosas que afectan a la conciencia personal o individual únicamente para mantener el clásico enfrentamiento entre la izquierda y la derecha. Seguro que hay cosas más prioritarias. Buscan la rentabilidad partidista y no la rentabilidad de país».

Según Mas, el PSOE «es el partido con más poder y que menos ideas tiene». El secretario general de CDC avanzó que en el congreso que su partido celebrará el próximo fin de semana se abordará, aunque no de forma prioritaria, el debate sobre el aborto, pero desde la óptica de que «ya existe una ley que regula esa materia». En este sentido, denunció que actualmente se están cometiendo muchas ilegalidades y «algunos lugares de España se han convertido en el paraíso del aborto. Se trata de una cuestión muy sensible que va más allá de las izquierdas y las derechas». El líder convergente advirtió de que «el problema de inconsistencia» del proyecto socialista dificulta el entendimiento entre ambas formaciones, lo cual complica acuerdos parlamentarios, como es el caso de los Presupuestos Generales del Estado.

Beatriz Mariscal, psicóloga y presidenta de AVA (Asociación de Víctimas del Aborto), señaló que «el gobierno quiere cambiar la Ley actual del aborto porque por fin hay numerosas mujeres que se han atrevido a hablar y a denunciar su síndrome postaborto. Creemos que los psiquiatras que firman los certificados que justifican el aborto por la salud psíquica (el 99 por ciento de los que se realizan), están haciendo malabarismos conceptuales para meter el caso en el supuesto. Además, es insostenible el supuesto de aborto por tener un hijo diferente o discapacitado», añadió.

La experiencia de otros países

«Por eso -agregó-, van a abrir más aún el aborto con una ley de plazos, de forma que se presione y manipule más fácilmente a la mujer. El Convenio de la ONU, que obliga a quitar leyes discriminatorias, está ya vigente desde el 3 de mayo de 2008, y España es uno de los Estados firmantes». «Con una ley de plazos -señaló- se abortará muchísimo más, puesto que no habrá ningún control que descarte que la mujer no esté siendo coaccionada o violentada a abortar. En todos los países donde se ha puesto una ley de plazos, el aborto ha sido cada vez más numeroso y el síndrome postaborto cada vez más prevalente en esa sociedad. Por tanto, el drama sería mucho peor».

Y es que, como señala Ignacio Arsuaga, presidente de Hazte Oír, «da la impresión de que a los socialistas les parecen que son pocos los más de 100.000 abortos anuales actuales. Por eso quiere hacer una ley que haga que ir a abortar sea como ir al callista».

Para Arsuaga, al PSOE «poco le importa que con la nueva ley que prepara vaya a «contradecir a la Constitución Española, porque ya lo ha hecho más veces, como con los estatutos de autonomía». Destaca que tiene tres objetivos: «Transmitir una supuesta imagen progresista; acorralar al PP, al que ahora no le interesa llevar a la arena política la defensa de la vida, y, por último, contentar a sus amigos, los multimillonarios empresarios dueños de las clínicas abortistas». Igualmente, avisa de que los grupos pro vida «nos vamos a movilizar. No vamos a quedarnos callados en la defensa de los no nacidos, cuyo derecho a la vida ha sido reconocido por el Tribunal Constitucional».

En esta línea, el presidente internacional de Médicos Católicos, Josep María Simón, denunció la doble moral del Gobierno: «Por una parte se dice que ninguna mujer aborta por gusto o que el aborto es muy traumático para la mujer; por otro lado, se las deja sin asistencia, tanto a las que abortan (síndrome del postaborto) como a las que tienen el niño (mínimas ayudas públicas)».

Asimismo, Simón tildó de «grotesco» exigir a los jueces de los casos judiciales en curso que no permitan que se conozca el nombre de las mujeres que han abortado y ocultar que se han encontrado muchas veces papeles con el nombre de esas mujeres en las basuras de las clínicas abortistas, como pretende De la Vega.

Juan Sánchez Galera, portavoz de la Plataforma la Vida Importa, insistió en que «hace falta un partido político que defienda el derecho a la vida como principal derecho humano, porque si no, el PSOE seguirá haciendo lo que le dé la gana y cambiará la ley del aborto».

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El Angulo Oscuro

Palpando progresismo

DICE José Antonio Alonso, portavoz socialista, que en el congreso que su partido acaba de celebrar «se palpa una orientación progresista». Sólo que, si palpas mucho, sales con las manos tintas de sangre. Los so­cialistas apuestan por una «reforma vanguardista» de la ley del aborto que «garantice la seguridad jurídica de las mujeres que deciden abortan) y su “derecho a decidir”. Desde luego, Hannibal Lecter no hubiese formulado una apología más refinadamente eufemística del cani­balismo que la que los socialistas nos ofrecen so­bre el aborto. A abortar a mansalva, sin más impe­dimento que la fijación de un plazo arbitrario de gestación, lo llaman «reforma vanguardista»; a la impunidad del delincuente la bautizan «garanti­zar la seguridad jurídica»; a un delito tipificado lo denominan, en el colmo de la socarronería, «dere­cho a decidir». Hay que tener, desde luego, una jeta como la de Leatherface, el virtuoso de la sierra eléctrica en La matanza de Texas, para adulterar el lenguaje de un modo tan burdo y feroz.

Tales adulteraciones burdas serían, por supuesto, inve­rosímiles si no las precediese ese ofuscamiento de la con­ciencia moral del que ya nos previno Isaías: «¡ Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!». Desde luego, emplear un criterio de plazos para establecer cuándo un delito con­tra la vida no debe ser castigado es una aberración jurídi­ca (y científica) que no se sostiene ni aunque nos ponga­mos las botas a palpar progresismo: hace cincuenta años, un feto era viable cuando había completado siete meses de gestación; hoy lo es cuando ha completado tan sólo veinti­dós semanas; dentro de cincuenta años, tal vez lo sea cuan­do apenas haya sido concebido. Si a alguien se le ocurriera establecer que el asesinato de ancianos a partir de los se­tenta años, o de niños hasta los catorce, quedase impune lo encerraríamos en el loquero; pero a alguien se le ocurre es­tablecer un criterio cronológico igualmente demencial en el aborto y se nos antoja que el tío está palpando progresis­mo a manos llenas. Lo de establecer garantías específicas de seguridad jurídica para las mujeres que abortan es otra aberración jurídica que provocaría nuestra hilaridad, si no fuera porque la jeta de Leatherface infunde más bien es­panto. Nuestro ordenamiento ya establece todas las garan­tías jurídicas y procesales habidas y por haber: presun­ción de inocencia, tutela judicial efectiva, asistencia de le­trado, etcétera. El fraude de ley, la connivencia con el delin­cuente, el amparo de la impunidad deben tratarse, pues, de garantías «vanguardistas» que sólo comprendes si te po­nes ciego a palpar progresismo.

Pero cuando hay que palpar progresismo has­ta clavar las uñas es cuando determinas que un de­lito tipificado puede convertirse, por arte de birli­birloque, en «derecho». Norberto Bobbio, el gran fi­lósofo y jurista turinés, lo estableció tajantemen­te: «Hay tres derechos. El primero, el del concebi­do, es fundamental. Los demás, el de la mujer y el de la sociedad, son derivados. Además, y para mí esto es el punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que son de ordinario adoptados pa­ra justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin recurrir al aborto, es decir, evitando la concepción. Una vez ocurri­da la concepción, el derecho del concebido solamente pue­de ser satisfecho dejándolo nacer». Pero, para palpar pro­gresismo en condiciones y ponerse las manos tintas de san­gre, más aconsejable que la lectura de Bobbio resulta la de La filosofía en el tocador, de Sade, donde una pionera del pro­gresismo fetén imparte la doctrina que este congreso so­cialista hace suya: «Somos dueñas de lo que llevamos en el seno, y no hacemos más mal destruyendo esa especie de materia que purgándonos de otra con medicamentos cuan­do tenemos necesidad. (...) Hemos comprendido que una criatura más o menos sobre la tierra no comporta gran di­ferencia y que nosotras nos convertimos, en una palabra, en dueñas de ese pedazo de carne no de forma distinta a co­mo lo somos de las uñas que cortamos de nuestros dedos, de las excrecencias de carne que extirpamos de nuestro cuerpo o de los productos de la digestión que evacuamos de nuestras vísceras. (...) Hace falta ser imbéciles para en­contrar el mal en una acción tan indiferente». Hannibal Lecter y Leatherface no lo hubiesen explicado mejor.

www.juanmanueldeprada.com




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