El Prodigioso cerebro de Alia
Según el Libro Guinness de los Records, el pasado 19 de febrero Alia Sabur se convirtió, a los 18 años y 362 días de edad, en la profesora universitaria más joven del mundo. Desde esa fecha, la muchacha imparte clases de Física en el departamento de Tecnologías de Fusión Avanzada de la Universidad surcoreana de Konkuk. Nada extraño, por otra parte, para alguien que se graduó en la universidad (en la Stony Brook de Nueva York), a los 10 años, se licenció en Matemáticas Aplicadas al cumplir los 14 (obteniendo la calificación de Summa cum Laude) y que al cumplir los 17 ya había realizado importantes aportaciones a la ciencia en el campo de la Física de Nuevos Materiales, en concreto sobre las bases teóricas para el desarrollo de una nueva generación de sondas de investigación médica.
Neoyorquina de nacimiento, de madre norteamericana y padre iraní, Alia Sabur desbanca así un récord que llevaba imbatido 291 años, en manos del físico escocés Colin Maclaurin, que se convirtió en profesor de matemáticas de la Universidad de Aberdeen poco después de cumplir los 19, en el año 1717.
Pero la física aplicada no es la única habilidad de esta joven que también es cinturón negro de taekwondo. De hecho, lleva apareciendo en los medios de comunicación desde el momento que aprendió a leer, cosa que hizo a los 8 meses de edad. Y si bien es verdad que es la persona más joven que ha recibido premios de la NASA o del Departamento de Defensa de EE.UU, también lo es que fue una «niña prodigio» de la música. Considerada desde su más tierna infancia como una gran maestra del clarinete, a los 11 años ya había tocado en importantes orquestas y dado recitales.
¿Su secreto? Aparte de una mente privilegiada, su capacidad de mantener intacta la curiosidad infantil. «Yo sólo quiero saber cómo funcionan las cosas», afirma en una reciente entrevista. El año pasado, mientras Alia reflexionaba sobre el rumbo a seguir (es decir, antes de trasladarse a enseñar a Corea del Sur), quedó impresionada por los devastadores efectos del huracán Katrina y decidió ayudar, a su manera, dando clases de Física en la única institución que mantuvo las actividades lectivas durante la catástrofe, la Southern University de Nueva Orleans.
Curiosa circunstancia que Alia fuera lo suficientemente adulta para impartir clases en la universidad, pero no lo bastante para salir a tomar una copa con los demás profesores después de clase. Un último apunte. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es el cociente intelectual de esta joven prodigiosa. Cada vez que se ha intentado medirlo, sus valores se han salido, sin excepción, de las tablas existentes.
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