En ADN he encontrado Crónicas desde Pekin y lo traigo aquí.
Ana Fuentes
Me llamo Ana Fuentes, nací en Madrid y soy periodista. He trabajado en radio (Radio France Internacional, Radio Voz, Cadena Ser), televisión (CNN+, fixer para TF1, France 3 y France 2) y prensa (Diario Metro). Mi próxima experiencia empieza en Pekín, de momento sin billete de vuelta.
HOY
Noticia enviada por afuentes
Yasukuni
Volver a China después de un viaje a Japón es salir de unos grandes almacenes con aire acondicionado a la solanera de julio. Es cierto que comparar a ambos países, como dicen los chinos, es volverse "una rana en el fondo del pozo" (estrecho de miras). Pero hay algo que llama la atención más que cualquier cosa, y es la existencia o no de prensa crítica. Hay un asunto en el que se ve claro: Yasukuni.
Yasukuni se llama el documental realizado por Li Ying, cineasta chino residente desde hace muchos años en Japón. Está basado en la historia del santuario sintoísta Yasukuni Jinja, que conmemora desde el siglo XIX a todos los caídos por la patria nipona. Está en el centro de Tokio, muy cerca del Palacio Imperial, y cada día acuden a él muchos hijos y nietos de soldados muertos en las distintas guerras libradas por Japón. Lo polémico es que también están enterrados 14 criminales de guerra, entre ellos el general ex primer ministro japonés Hideki Tojo, uno de los responsables de la invasión de la región china de Manchuria a partir de 1935. El santuario es uno de los temas de mayor fricción con China.
El caso es que el director chino Li se ha pasado 10 años de su vida cocinando una cinta que habla de las distintas visiones de la guerra, de quienes yacen en el Yasukuni y de quienes les rinden pleitesía. La derecha japonesa se opone a que se proyecte y ha presionado a directores, saliendo a las calles con altavoces para condenar la obra. Cuatro cines de Tokio y uno de Osaka han cedido; más de una docena la exhibirá a pesar de todo.
Parte de la prensa japonesa ha reaccionado a la noticia. Los editoriales critican duramente las "trabas a la libertad de expresión". Piden que se proyecte el filme aunque éste pudiera sacar los colores a Japón.
Mientras, aquí en Pekín, sigo descolgando el teléfono para oír la misma pregunta: ¿Pero es que no viste allí lo que pasó en Londres con la llama olímpica? ¿Y lo de París? Me preguntan desde España algo que yo sólo puedo contestar a ratos, cuando no bloquean el acceso a Internet o a CNN y BBC. Aquí ningún diario ha cuestionado la versión oficial sobre la llama ni sobre el resto de temas controvertidos que han hecho de China la apertura de periódicos y telediarios extranjeros en las últimas semanas. Todos esos temas se consideran asunto nacional, y como tal, se respetan como dogma de fe. Un Yasukuni intelectual.
31 de Marzo de 2008
Noticia enviada por afuentes Pájaros acróbatas
En Pekín algunos pájaros parecen perros. Sus dueños los pasean, los entrenan y ponen paños sobre sus jaulas para que no se resfríen. Sacar al pájaro y pasarse la mañana de cháchara con los vecinos les gusta mucho a los ociosos. Es una costumbre barata, como montar una timba o cenar sentado en taburetes en medio de la acera. Aficiones de ese viejo Pekín que está desapareciendo a golpe de excavadora.
En los parques, mientras unos abuelos juegan al mah jong durante horas, otros se aplican para que sus aves domésticas den triples saltos mortales, alcancen y traigan monedas y saluden con la pata.
27 de Marzo de 2008
Noticia enviada por afuentes ¿Pero usted tiene hermanos?
Fue subirme a su taxi, indicarle mi destino, doblar dos manzanas y escuchar su pregunta: ¿Usted tiene hermanos? El conductor, pekinés de toda la vida, tenía una hija que aún no había cumplido los 30 y la ilusión frustrada de una familia numerosa. "He oído que en Europa la gente tiene los hijos que quiere", decía, "Qué suerte. Una familia grande es felicidad".
Se estaba debatiendo esos días sobre la política del hijo único. Cuando por un momento se dijo que la ley podía dar un giro, a este taxista se le escapaban suspiros al pensar en una paternidad sin cupos. No sabía que algunos europeos eligen tener sólo un niño, aunque son libres de engendrar cuanto y cuando les place. Pregunto: ¿Le parece que los gobiernos deben mantenerse al margen o que está bien que controlen la natalidad? Piensa durante muchas calles, le da apuro manifestarse, pero al final suelta un tímido: "Claro que queremos tener más hijos, pero somos 1.300 millones y no hay recursos para todos".
Esa ha sido la tesis oficial desde 1979: los recursos son limitados y las familias, por tanto, también deben serlo. La ley permite varias excepciones: a la gente del campo, que puede tener dos pequeños si el primero es niña para que el varón ayude en el hogar, a las minorías étnicas, y a las parejas sin hermanos. El otro día una conocida me confesaba que busca un marido que sea hijo único como ella para poder tener dos críos. "Es que no tengo dinero para pagar la multa", explicaba. Tiene 28 años, la penalización puede ascender a 60.000 yuanes (unos 6.000 euros) y ni ella ni sus amigas se imaginan ahorrar esa cantidad durante toda su vida fértil. "Eso es para los famosos y los funcionarios", dice.
Estos días se habla de que la norma puede cambiar porque el país se está haciendo viejo. Lo llaman el yi-er-sì (1-2-4: un hijo, dos padres, cuatro abuelos) y es el fruto de casi 30 años de contención: generaciones de hijos únicos, de niños aburridos jugando solos en los restaurantes mientras los padres comen, de bebés idolatrados en su cuna. La escena del rey de la casa dando sus primeros pasos, jaleado por tres o cuatro mujeres -abuela, madre, tía, prima...- que corretean detrás, es muy común en Pekín.
Li Nan, profesora jubilada de la Universidad de Pekín, tiene 60 años y dio a luz a su único hijo en 1980, un año después del frenazo demográfico. ¿Qué le parecería si cambiase la ley ahora? "Pues que no sé cómo la gente va a criar a más de de uno. Durante los cuatro primeros años yo tuve que llevarlo cada mañana a casa de una vecina y recogerlo por la noche porque mi marido y yo trabajábamos hasta tarde, no podía cuidarle. Después lo metí en un colegio interno durante años y sólo lo veía los fines de semana". Esos internados son muy típicos en las grandes ciudades. Los niños pasan allí de domingo por la noche a viernes por la tarde mientras sus padres trabajan hasta 14 horas. "Al menos allí pueden estar con otros niños", dice Nan. Los que no pueden pagarlo, dejan a los niños con sus padres en su pueblo natal y sólo pasan con ellos unas semanas al año. "En China hay gente no puede permitirse el descanso. Y eso con un hijo... imagínate con más".
17 de Marzo de 2008
Noticia enviada por afuentes El profesor
En el número 11 de la avenida Fuxinlu, en el oeste de Pekín, está la televisión oficial CCTV, casi un subministerio del gobierno chino. De allí sale la versión oficial sobre lo que está pasando estos días en Tíbet: "un sabotaje organizado, premeditado y planeado por la camarilla del Dalai Lama".
Los presentadores ya están acostumbrados a leer lo que les dan. No se molestan en consultar las agencias de otros países o en hacer llamadas, una rutina clásica en cualquier redacción de otro país, me cuenta uno que obviamente no quiere que escriba su nombre. "Todo lo que escribimos tiene que pasar por el Profesor", explica. Este Profesor (laoshi, dicen los chinos) es una figura muy común en los medios. Como la mayoría de la gente que ha querido acceder a buena educación, becas y una promoción profesional en este país, es del Partido Comunista, y se encarga de aplicar el rasero de lo políticamente correcto. Pule, refríe, da vueltas a los textos y finalmente produce lo que se emite en pantalla.
Para los periodistas extranjeros que trabajan en la cadena (emite en inglés, francés y español, además de en chino) todo esto resulta muy frustrante. "Sobre todo porque con los compañeros chinos no podemos comentar nada, no cuestionan lo que contamos, les parece bien que nos corrijan coma por coma en base a un guión", dice un hispano. Una de las chinas que también trabaja allí, Wang Shouyu, está de acuerdo con que se censuren las imágenes de las protestas. Dice que se hace para no herir la sensibilidad de los chinos.
13 de Marzo de 2008
Noticia enviada por afuentes Sin crema ni gloria
Iba a anunciar una crema de cutis, de esas blanqueadoras que hacen furor entre las mujeres chinas, y había firmado un contrato con la empresa cosmética por varios cientos de miles de euros. Pero la actriz Tang Wei, musa del director taiwanés Ang Lee, se ha quedado sin su momento publicitario. Por orden de la Administración Estatal china de Radio, Cine y Televisión, ha sido vetada en todas las cadenas de televisión, la prensa impresa y la digital.
La razón del ostracismo no está clara. Por un lado, la actriz, de 28 años, sale en Deseo, peligro, la última película de Ang Lee en escenas eróticas con el actor hongkonita Tony Leung. Escenas que, por cierto, no han visto los chinos porque el propio director prefirió autocensurarse y cortar metraje con tal de llegar a las salas. Por otro lado, y aun sin cama, la película también ha sido polémica. Ambientada en el Shangai de los años 40, pone en duda la conducta de algunos chinos durante la ocupación japonesa de la Segunda Guerra Mundial, "glorifica a los traidores e insulta a los patriotas", dice el Gobierno chino. Tang Wei representaba a una estudiante que se une a la resistencia china y a la que le encargan asesinar a un funcionario chino colaboracionista. Viven un romance.
Así que ahora en China se debate -en Internet sobre todo, que es donde la gente se explaya- sobre si lo que molesta son las formas (corporales) o el fondo (honor nacional y colaboracionismo). Unos creen que no hay derecho a que Tang Wei se quede en actriz revelación; otros, que se merece lo que ha pasado, y por eso le dedican comentarios encendidos.
Sorprende que a muchos chinos les parezca un escándalo que esta mujer haya rodado escenas con contenido sexual, aunque ellos ni las hayan visto. "Es excesivo", me dice una compañera china. "Hay algunas cosas que son intolerables". Yo pensaba que se refería al veto a la actriz, pero enseguida me ha aclarado que hablaba de la parte no exhibida del filme. Suscribe totalmente, dice, la tesis del Gobierno chino de que hay que lograr una "programación más saludable sin contenidos vulgares".
Deseo, peligro se estrenó en Pekín el pasado mes de noviembre. Censurada, ha recaudado 120 millones de yuanes (12 millones de euros), y fue uno de los éxitos de 2007. Lo que no se puede medir es cuánta gente la ha visto fuera de los cines: en la calle se pueden conseguir copias de la versión original.
03 de Marzo de 2008
Noticia enviada por afuentes Mi amigo occidental
Suele pasar que un chino se ponga a hablar con un occidental por el hecho de ser occidental. En la calle, en el autobús o comprando fruta. Lo hacen para practicar inglés -la mayoría lleva años estudiando sin haber visitado nunca un país angloparlante- o porque les hace ilusión (los hay que inmortalizan el abordaje con una foto). Son contactos tan espontáneos como pasajeros.
En Pekín pocos occidentales tienen amigos chinos. La mayoría reconoce que los cuenta con los dedos de una mano después de pasar varios años en la ciudad y se queja de sentirse paseado. Como en España hace veinte años, el presentar un amigo laowai (extranjero) confiere un estatus especial. Entre los adolescentes chinos se valora tanto o más un contacto occidental que el último modelo de teléfono móvil.
Por supuesto, hay excepciones. Están los occidentales que han conseguido tener un nivel de chino como para dejar atrás los comentarios sobre climatología y conocer de verdad a la gente local. Hablar de temas serios lleva tiempo, y no porque sean superficiales: sólo al cabo de varios años de estudio intenso se puede empezar a leer el periódico en chino. Y compartir humor o ironía llega al cabo de leer muchos periódicos.
Los más integrados, claro, tienen pareja china. A esos no les sorprende que un cumpleaños chino empiece a las cinco de la tarde porque acostumbran a acostarse temprano ni que en este país gusten más los juegos de mesa y las telenovelas coreanas que los cubatas.
26 de Febrero de 2008
Noticia enviada por afuentes Los chinos y las canciones
Los fines de semana en los parques de Pekín se juntan grupos de aficionados al canto. Se llevan su termo de té (complemento básico de la indumentaria china) e incluso instrumentos (los hay con amplificadores y micro). Pueden pasarse horas.
Aunque aceptan a cualquiera, no cualquiera se aventura a unirse: los chinos tienen un oído espectacular y se toman muy en serio lo de no desafinar. Es la suerte de hablar un idioma que usa cuatro tonos diferentes. En el vídeo, un coro en los soportales del parque del Templo del Cielo.
15 de Febrero de 2008
Noticia enviada por afuentes Deporte callejero
En Pekín no tiene nada de raro ver a personas mayores caminando hacia atrás. Nada que ver con una cuestión mística: creen que es bueno para prevenir el Alzheimer. Los tópicos de que hay pocos chinos gordos y que por su alimentación casi no tienen colesterol dañino son ciertos. Y además se mantienen en forma porque les encanta hacer ejercicio.
Todas las tardes, las calles de Pekín parecen gimnasios. No sólo en los parques, también en medio de muchas avenidas hay aparatos clavados al suelo.
08 de Febrero de 2008
Noticia enviada por afuentes Euforia de Año Nuevo
Como el que tuvo que guardar reposo durante meses y un buen día sale al monte, los chinos esta semana están eufóricos. En Año Nuevo todo, o casi todo, vale. Y si lleva pólvora y estalla, mejor.
Los petardos espantan a los malos espíritus y al monstruo Nian, que según la leyenda vivía en las montañas y todos los años bajaba a devorar campesinos. Tienen forma de cohete, de tanque, de oso, pueden ser grandes como cajas de vino o finos como pajitas para sorber. Cuestan entre 3 y 800 yuanes (entre 0,3 y 80 euros, aproximadamente) y hay algunos "especiales para niños", que no son otra cosa que las bengalas de toda la vida.
Hace ahora dos años que el Gobierno chino levantó la prohibición de lanzar petardos, que había mantenido durante 12 años. Junto a las tiendas, una circular oficial explica que desde el día 7 al 21 de febrero están permitidos los fuegos artificiales y petardos entre las siete y las 12 de la mañana.
La veda se abre a las 24h de la noche del día 6 al 7. Se aconseja quedarse en casa y no ponerse al lado de una ventana por si acaso (año tras año siempre hay accidentes; sólo en Pekín esta vez ha muerto al menos una persona y casi 80 han resultado heridas). Pero la verdad es que salir a la calle y verlos en plena orgía de decibelios es impagable. El cielo estalla, se abre; el aire se vuelve irrespirable y turbio por la pólvora; los patios de las casas se llenan de familias mirando al cielo. Feliz Año de la Rata.
El Año Nuevo significa también mucha comida. Los restaurantes y los centros comerciales están llenos de familias. En el supermercado un carro se les queda pequeño para meterlo todo: mandarinas y naranjas, que aseguran buenas relaciones; adornos rojos con lemas de felicidad; caramelos -sobre todo de melón, que simboliza la buena salud- para tener un año nuevo dulce; pescado y carne, los platos principales.
Aunque muchos chinos este año han cenado solos el día 6, varados en estaciones de tren por culpa del temporal de nieve. Otros 100 millones, aunque en familia, estuvieron sin luz y a temperaturas bajo cero porque escasea el carbón.
En Pekín está claro quién se ha quedado sin ver a los suyos. Soldados, porteros, tenderos que no han cerrado el negocio... Se les veía en los teléfonos públicos (que aquí parecen de juguete, colocados encima de una mesa en medio de la calle), "Estoy contento, de verdad que estoy contento", decía el otro día uno con cara de pena a alguien al otro lado del hilo.
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