jueves, 20 de marzo de 2008

José, de seis años, actua como matrona en el nacimiento de su hermana Lucía

Y esta es la historia.

Vi la cabeza de mi hermana y la ayudé a nacer. Está chupado

José es un niño gallego de seis años que asistió a su madre en el parto adelantado del último miembro de la familia: Lucía.

SANTIAGO. Se llama Lucía, es gallega, morena, alegre, y tiene solamente 21 días. Su re­loj biológico comenzó a correr el pasado 28 de febrero, y su lle­gada fue,.como su nombre, res­plandeciente. José Meiriño Gó­mez, su hermano, de seis años, ejerció en el alumbramiento de improvisada matrona y bordó su magistral interpretación. A mi me pareció que esta­ba chupado», cuenta con ese brillo infantil en sus chispean­tes ojos. María Gloria G. Colme­nero, la madre, empezó a notar fuertes dolores en las lumba­res seis días antes de salir de cuentas. Le pasó por la noche, pero encontró el motivo de su indisposición en la mudanza que estaba realizando con su marido durante aquellos días.

No pensó que fuese a poner­se de parto, y por eso dejó que Javier, su pareja, se fuera a tra­bajar como cualquier jornada normal a Orense. Su malestar fue creciendo, pero aun así ella en ningún momento sintió que se tratase de las habituales con­tracciones en su estado. Fue a las ocho y media de la mañana cuando tras vestir a su pequeño para ir al colegio y darle el desayuno, se dio cuen­ta de que la criatura llegaba. Avisó entonces a su compañe­ro sentimental, que le dijo que llamase a una sobrina para que la acompañase al centro médico, pero ya no le dio tiem­po. Rompió aguas y notó la ca­beza del bebé asomando.

El niño, al percatarse de lo que acontecía, tranquilizó a su progenitora. «Tenía que ayu­darla un poquito, porque si no ella no aguantaba, me sorpren­dió verla en el baño sujetándo­se el vientre, me di cuenta de lo que pasaba y le dije que quitase las manos y que la dejase na­cer, porque vi en el baño que ya estaba saliendo», comenta el crío con tono candoroso, emo­cionado por su heroicidad.

«Yo le pedí que metiese las manos por debajo muy suave­mente y que tirase de la niña hacia fuera», cuenta la partu­rienta, que reconoce que estu­vo «muy tranquila, porque él reaccionó también de forma muy sosegada», aclara. Única­mente consiguió telefonear al 061, servicio con el que mantu­vo contacto telefónico. Fiel a las recomendaciones del equi­po que la atendió, ató el cordón umbilical con una pinza de la ropa que le acercó José.

Ya está todo hecho. Cuando los profesionales llega­ron a la vivienda de esta fami­lia, residente en residente en residente en el barrio de O Carballiño, la «comadrona» los tranquilizó y les informó de que ya todo estaba hecho, y que había salido bien. Así fue,

ya que la recién nacida fue tras­ladada al hospital en perfecto estado de salud. Cuando la am­bulancia llegó al domicilio, por tanto, simplemente pudo atestiguar que había sido un parto perfecto. «Todo sucedió tan rápido que a día de hoy ni me lo creo», explicó a Efe la ma­dre de los dos menores.

Hoy los cuatro sonríen feli­ces en su casa, después de una hazaña que no olvidarán ja­más. Y que la historia del benja­mín que actuó de eficiente par­tera no sólo es digna de ser con­tada, sino de permanecer en el recuerdo.



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